En un mundo hiperdigitalizado, ya nadie se pregunta si los ciberataques van a ocurrir, sino cuándo van a ocurrir. Los delitos informáticos han aumentado tanto su frecuencia y sofisticación, que ninguna organización está a salvo, sin importar que sea pequeña, mediana o grande.

Un reciente reporte difundido por la compañía Fortinet, señala que el 87% de las empresas ha experimentado una o más violaciones a su seguridad durante el año 2023.

La situación preocupa a los ejecutivos de las principales compañías globales: según el Global Cybersecurity Outlook 2004, realizado por el Foro Económico Mundial, el 81% de los líderes empresarios se sienten más expuestos que antes a la ciberdelincuencia.

El desafío que tienen por delante las empresas no es únicamente proteger sus datos, sino también cuidar su reputación y, principalmente, su relación con los consumidores.

En este contexto, la ciberseguridad resiliente se ha convertido en la mejor defensa de las organizaciones. ¿De qué se trata? Es la capacidad de una empresa para anticiparse, resistir y recuperarse antes ataques cibernéticos o fallos tecnológicos.

Como un sistema inmunológico que aprende y se robustece con cada encuentro con un patógeno, la ciberresiliencia permite no solo prevenir y sobrevivir a ataques, sino sobreponerse a ellos, emerger más fuerte después de cada incidente.

Estrategias de supervivencia

¿Qué debe hacer una organización que aspira a ser ciberresiliente?

La construcción de una verdadera resiliencia cibernética requiere un enfoque holístico que trasciende la mera implementación de herramientas tecnológicas.

El primer paso es contar con un plan de respuesta a incidentes claramente documentado, que defina roles específicos, cadenas de mando y procedimientos detallados para cada tipo de amenaza potencial.

Este plan debe complementarse con simulacros periódicos y pruebas de estrés que permitan a los equipos enfrentarse a escenarios realistas de crisis, identificar puntos débiles y ajustar las estrategias de respuesta según las lecciones aprendidas.

Las organizaciones deben desarrollar una cultura de seguridad robusta, donde cada colaborador comprenda su rol en la protección de los activos digitales. En ese sentido, la capacitación de los empleados de una organización es fundamental.

“Lo más importante para estar preparados frente a la ciberdelincuencia es la concientización y formación de los usuarios, con el objetivo de que estén actualizados acerca de los diferentes métodos de ataque de los delincuentes cibernéticos, de manera que sepan cómo deben reaccionar”, sostiene el especialista en ciberseguridad, José Miguel Lavin Donoso.

Tener un equipo conformado por profesionales de tecnología capacitados en seguridad informática, es otra de las claves. Estos expertos no solo protegen los activos digitales y la información sensible contra amenazas cada vez más sofisticadas, sino que también garantizan la continuidad del negocio y fortalecen la confianza de clientes y socios comerciales.

También es primordial la adopción de un modelo de 'seguridad por diseño', donde la protección se integre desde las etapas iniciales de cualquier proyecto o proceso, y no como una capa adicional posterior.

La automatización de respuestas a incidentes, el análisis predictivo de amenazas y la colaboración activa con el ecosistema de seguridad, completan el marco de acción.

Todo esto debe estar respaldado por un fuerte compromiso de la alta dirección, que se traduzca en inversiones sostenidas y en la priorización estratégica de la ciberseguridad.

La tecnología como aliada

La inteligencia artificial se ha convertido en un pilar fundamental de la ciberseguridad resiliente, transformando la manera en que las organizaciones detectan, responden y se recuperan de las amenazas digitales.

Los sistemas de IA no solo fortalecen las capacidades defensivas, sino que contribuyen directamente a la resiliencia al permitir una adaptación continua y conocimiento del entorno.

A través del aprendizaje automático, estos sistemas pueden anticipar patrones de ataque, sugerir medidas preventivas y, lo más importante, evolucionar constantemente sus estrategias de defensa basándose en la experiencia acumulada.

Cuando ocurre un incidente, la IA acelera dramáticamente el tiempo de respuesta y recuperación, automatizando acciones críticas y proporcionando análisis detallados.

Esta capacidad de 'aprender' de cada incidente y mejorar continuamente las defensas encarna la esencia misma de la resiliencia cibernética, convirtiendo cada desafío en una oportunidad para fortalecer la postura de seguridad general de la organización."

Sin embargo, para aprovechar todo el potencial que ofrece la IA en materia de ciberseguridad resiliente, es esencial contar con una plataforma tecnológica robusta y flexible, que sea capaz de actuar con rapidez y eficacia frente a cualquier amenaza.Un ejemplo de este tipo de herramientas proactivas es SAP Business Technology Platform, que integra y extiende aplicaciones inteligentes, proporcionando una base sólida para la adopción de la inteligencia artificial generativa (GenAI).

Esta plataforma no solo permite a las empresas reaccionar rápidamente ante amenazas cibernéticas, sino que también les ofrece la capacidad de prevenirlas activamente, identificando y mitigando comportamientos de riesgo en tiempo real.

Además, soluciones como SAP Cloud Identity Access Governance y SAP Identity and Access Management ofrecen a las empresas un control exhaustivo sobre las autorizaciones de acceso a través de la nube y la gestión centralizada de identidades, respectivamente.

Estas herramientas son fundamentales para garantizar la protección de datos, la seguridad cibernética y la resiliencia operativa en un entorno cada vez más digitalizado.

Un nuevo paradigma

Las proyecciones de Cybersecurity Ventures son contundentes: para 2031, el mundo empresarial enfrentará un ataque de ransomware cada dos segundos, una cadencia que refleja la industrialización del cibercrimen.

Frente a esta realidad, la ciberresiliencia emerge como el nuevo paradigma de supervivencia digital. Los beneficios son muchos: reduce los tiempos de inactividad de las empresas, protege su reputación, permite ahorrar costos y propicia la mejora continua de los sistemas.

Las grandes empresas han tomado la delantera en esta carrera hacia la ciberresiliencia, con iniciativas e inversiones que les han permitido fortalecer y optimizar sus sistemas de seguridad.

La situación es diferente en la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, que evidencian más dificultades para alcanzar la resiliencia cibernética por falta de profesionales técnicos o por escasez de recursos.

Pese a estos obstáculos, la ciberresiliencia es el objetivo al que deberían apuntar todas las organizaciones, sin importar su tamaño. La clave está en comenzar con pequeños pasos pero firmes: implementar medidas básicas de seguridad, capacitar al personal existente y aprovechar soluciones tecnológicas escalables que permitan crecer en protección de manera gradual.

El verdadero reto no es solo prepararse para evitar ataques, sino construir una infraestructura ágil y resistente que permita continuar operando, aún en medio de la adversidad.

En un mundo donde los ciberataques son inevitables, la ciberresiliencia se convierte en la mejor inversión que una empresa puede hacer, sin importar su tamaño, porque protege sus activos más valiosos: la información y la confianza de sus clientes. No es solo una estrategia de supervivencia, sino el camino hacia un futuro digital más seguro y sostenible.

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