El planeta enfrenta una creciente amenaza por el cambio climático y el calentamiento global. Si no mejoran las políticas actuales de reducción de emisiones, la temperatura aumentará como mínimo 3 grados centígrados durante este siglo.

La esperanza está en la utilización de las energías renovables, y en particular de una de ellas, el hidrógeno verde, una pieza considerada clave en el rompecabezas de la transición energética global.

¿Qué es el hidrógeno verde y por qué es tan importante?

Es uno de los componentes del agua (el otro es el oxígeno) y es, también, el elemento químico más abundante del universo.

Cuando se lo separa del oxígeno, a través de un procedimiento denominado electrólisis, se lo puede utilizar como reemplazo de los combustibles fósiles.

El hidrógeno verde presenta una serie de ventajas significativas. En primer lugar, se destaca como una fuente de energía limpia, porque en su proceso de producción solo emite vapor de agua, sin generar dióxido de carbono. Además, su disponibilidad es prácticamente ilimitada, puede ser producido en cualquier lugar y de forma continua.

Una característica destacada es su capacidad de almacenamiento a gran escala. Esto lo diferencia de otras fuentes renovables como la energía solar o eólica, que son más intermitentes. Es una opción duradera y confiable para abastecer de energía en momentos de alta demanda.

Un motor de cambio

El hidrógeno verde se utiliza en una variedad de aplicaciones, principalmente como combustible en diversos medios de transporte, incluyendo camiones, automóviles, aviones, trenes y barcos. También se emplea como fuente de energía eléctrica, tanto en entornos domésticos como industriales.

Además, puede utilizarse como materia prima en algunas industrias, lo que demuestra su versatilidad y potencial para impulsar la economía de manera sostenible.

¿Por qué aún no tiene un gran desarrollo?

Por un lado, porque es muy costoso: generarlo requiere de mucha energía eléctrica. Por otro, necesita de una infraestructura adecuada para su transporte y almacenamiento, lo que implica importantes inversiones.

Pero su potencialidad es tan grande que en muchos lugares del mundo han comenzado a producirlo.

En Alemania, se está utilizando hidrógeno verde para alimentar trenes, mientras que en Japón se están desarrollando proyectos para utilizar hidrógeno verde en la generación de electricidad. En Países Bajos se está construyendo una planta de hidrógeno verde que utilizará energía eólica para producir hidrógeno para el transporte y la industria.

Empresas como Siemens y Verano Energy están colaborando en un proyecto ambicioso en el sur de Chile, que incluye cuatro enormes instalaciones de producción de hidrógeno renovable, cada una con una capacidad de 2,5 GW. Se espera que estas instalaciones estén operativas para el año 2027, marcando un hito significativo en la expansión de la energía verde en la región.

En Europa, Air Liquide y Total Energies están llevando a cabo un proyecto conjunto de gran envergadura. Su objetivo es establecer una extensa red de estaciones de abastecimiento de hidrógeno verde para camiones y vehículos pesados en países como Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo.

Otras empresas, como Toyota y Hyundai, impulsan desde la fabricación de electrolizadores hasta el diseño de vehículos impulsados por pilas de combustible de hidrógeno.

La minera sudafricana Anglo American, por su parte, ha lanzado al mercado el nuGenTM, un gigantesco camión de 510 toneladas propulsado exclusivamente por hidrógeno verde.

Tecnologías al servicio de la sostenibilidad

La producción de hidrógeno verde no solo depende del compromiso financiero de las empresas y del respaldo gubernamental, sino que también se apoya en la aplicación de tecnologías de vanguardia, que desempeñan un papel fundamental al permitir procesos más eficientes y sostenibles.

Por ejemplo, los electrolizadores de membrana de intercambio de protones (PEM), los electrolizadores de óxido sólido (SOEC), las pilas de combustibles regenerativas, o técnicas nuevas como la fotocatálisis y la biofotólisis, tecnologías nuevas que las compañías están utilizando en forma creciente.

Otras herramientas emergentes como la inteligencia artificial, machine learning, blockchain, analítica de datos y robótica también cumplen un rol clave para monitorear, controlar, optimizar y auditar todo el proceso productivo, desde la entrada de las energías renovables hasta la salida del hidrógeno verde, maximizando eficiencia, sostenibilidad y rentabilidad.

Esperanza verde

La producción de hidrógeno a gran escala es, probablemente, uno de los mayores desafíos que tienen por delante las naciones que conforman nuestro planeta.

De acuerdo al informe realizado por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la World Trade Organization, se espera que el hidrógeno verde y sus derivados satisfagan el 14% de la demanda mundial de energía final para 2050, ayudando a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados.

Para lograrlo, la producción total de hidrógeno debe aumentar más de cinco veces desde los niveles actuales hasta 2050.

No hay tiempo que perder, el hidrógeno verde representa una oportunidad única para descarbonizar sectores enteros de la economía y mitigar los riesgos ambientales que enfrenta el planeta.

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