La industria de la construcción es una de las más importantes de la economía mundial. Según datos de Benchmark International, el mercado global de AEC (Arquitectura, Ingeniería y Construcción) alcanzará los 24.360 millones de dólares en 2032, con una tasa anual de crecimiento compuesta de 10,3%, un incremento que estará apoyado en un aumento récord de proyectos de construcción en el sector público.
Sin embargo, la irrupción de las nuevas tecnologías está produciendo un nuevo paradigma: el futuro de la construcción ya no se medirá en metros cúbicos, sino en gigabytes.
¿Por qué? Porque la digitalización está transformando a esta tradicional industria, convirtiendo los planos de papel en modelos 3D inteligentes, los cascos en dispositivos conectados y las estimaciones en cálculos precisos impulsados por datos.
Cada vez son más las empresas constructoras que adoptan tecnologías emergentes. Herramientas como la inteligencia artificial (IA), la robótica, los drones, los gemelos digitales, la realidad aumentada, el Internet de las cosas (IoT), o el modelado de información para la construcción (BIM), no solo mejoran la eficiencia y precisión de los proyectos, sino que reducen costos y mejoran la competitividad.
La tecnología también está ayudando a las compañías a reducir su huella ambiental. El desafío en este rubro es grande, porque el sector de la construcción es responsable del 37% de las emisiones globales de carbono, de acuerdo a un reciente informe de la consultora Deloitte.
En resumen, la adopción de tecnologías digitales se está convirtiendo en una respuesta estratégica y esencial frente a la necesidad del sector de construir un futuro más responsable y eficiente.
Derribando muros con bytes
Una de las tecnologías que más se está utilizando es la inteligencia artificial, que permite prever problemas potenciales antes de que ocurran. Por ejemplo, algoritmos avanzados pueden identificar el riesgo de fallos estructurales basados en condiciones climáticas, la calidad de los materiales o el comportamiento del terreno, permitiendo a los ingenieros tomar medidas preventivas.
También están utilizando IA para optimizar rutas de transporte de materiales, planificar la logística de manera más eficiente y reducir el uso de maquinaria pesada en la obra, lo que contribuye a disminuir las emisiones de CO₂.
Los drones facilitan la supervisión de obras en tiempo real, capturando imágenes y videos que ayudan a los gerentes de proyectos a evaluar el progreso de manera remota y a detectar posibles desviaciones en el plan de construcción. También se utilizan para inspeccionar áreas peligrosas o de difícil acceso y para optimizar la utilización de agua y energía, evitando desperdicios.
Los gemelos digitales están ganando terreno gracias a su capacidad de crear representaciones virtuales precisas de estructuras físicas. Permiten a los ingenieros y arquitectos simular y probar diferentes escenarios antes de la construcción real, evaluando aspectos como la resistencia de materiales, la eficiencia energética y el impacto ambiental.
La IoT optimiza la construcción con sensores que monitorean el estado de los materiales y equipos. Por ejemplo, en el caso de las máquinas excavadoras o grúas, sensores IoT pueden alertar sobre la necesidad de mantenimiento antes de que ocurra un fallo mecánico, evitando retrasos en el proyecto. La integración del IoT con plataformas de gestión de proyectos también facilita la optimización del uso de recursos, como agua y electricidad, contribuyendo a una construcción más sostenible y eficiente.
La impresión 3D permite crear estructuras complejas y personalizadas mediante el uso de materiales sostenibles, lo que acelera el proceso de construcción y minimiza el desperdicio.
Por último, la robótica se utiliza en tareas como la manipulación de materiales y la ejecución de trabajos repetitivos, lo que no solo aumenta la precisión, sino que también mejora la seguridad al reducir la exposición de los trabajadores a entornos peligrosos.
Modelando el futuro
La complejidad creciente de los proyectos de construcción, junto con la necesidad de reducir costos y errores, llevó a los profesionales del sector a buscar formas más eficientes de planificar y gestionar sus obras.
Fue en respuesta a estos desafíos que surgió el Building Information Modeling (BIM), una metodología que utiliza modelos digitales tridimensionales para centralizar toda la información de un proyecto, desde su diseño inicial hasta su ciclo de vida completo.
A diferencia de los métodos tradicionales, que a menudo resultaban en descoordinaciones y sobrecostos, BIM permite crear una réplica virtual de la edificación que no solo refleja su aspecto físico, sino también datos sobre materiales, costos, tiempos de ejecución y mantenimiento.
Aunque sus primeras aplicaciones se remontan a la década de 1970, fue a partir del 2000 cuando su uso comenzó a expandirse, gracias al avance de la tecnología y a la necesidad de optimizar recursos en la industria de la construcción.
Los beneficios de BIM son múltiples: mejora la colaboración entre arquitectos, ingenieros y constructores, facilita la detección temprana de conflictos en el diseño y permite una gestión más eficiente de los recursos, reduciendo tiempos y costos.
Además, su capacidad para integrar datos de sostenibilidad y eficiencia energética está transformando la manera en que se diseñan las infraestructuras modernas, alineándose con los objetivos de cuidado del medio ambiente a nivel global.
En la actualidad, BIM se ha convertido en un estándar para proyectos de gran envergadura en muchos países, y su adopción continúa en aumento, impulsada por normativas gubernamentales que exigen su uso en obras públicas.
Un estudio de SNS Insider destaca que el mercado de BIM, valorado en 7.420 millones de dólares en 2023, alcanzará los 20.910 millones para 2032, creciendo a una tasa compuesta anual del 12,24% entre 2024 y 2032.
“En los últimos años, ha habido un crecimiento sustancial en el mercado del modelado de información de construcción (BIM), impulsado por la creciente demanda de una mejor gestión de proyectos, recortes de costos y una mayor productividad en los sectores AEC (Arquitectura, Ingeniería y Construcción)”, señala el informe.
Aunque su implementación a nivel masivo aún enfrenta desafíos, como la falta de capacitación especializada y la resistencia al cambio, el futuro de la construcción parece estar irremediablemente ligado a esta innovadora tecnología.
Transformar los cimientos
La revolución digital en la construcción no es una simple tendencia pasajera, sino una transformación fundamental que está redefiniendo los cimientos de la industria.
La pregunta que debemos hacernos ya no es si la industria de la construcción se digitalizará, sino cuán rápido y profundamente lo hará. Su futuro se está edificando hoy, no solo con cemento y acero, sino con datos, algoritmos y visión digital.
En este nuevo paradigma, cada edificio, cada puente, cada infraestructura se convertirá en un testimonio de la fusión entre la ingeniería tradicional y la innovación tecnológica.
Se trata de un cambio que impacta en las empresas y los proyectos, pero que también transforma la vida de las personas. Al implementar tecnologías digitales, se logran proyectos más eficientes, con menores costos y tiempos de entrega más cortos, lo que a su vez puede traducirse en viviendas más accesibles y ecológicas.
Porque la transformación digital en la construcción no es solo sobre construir estructuras: es sobre construir un futuro mejor, más inteligente y más sostenible para todos.
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