En la actualidad, un poco más de la mitad de las personas del mundo habitan en ciudades. Pero, según datos de la ONU, para 2050 se prevé que el 70% de la población vivirá en áreas urbanas, lo que representa un desafío significativo en términos de calidad de vida y sostenibilidad.

Preparándose para este escenario de masiva urbanización, las principales ciudades están transformando su infraestructura y sus servicios, por medio de herramientas como la inteligencia artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT) y el Big Data, entre otras, que utilizan para recopilar y analizar datos en tiempo real, y tomar decisiones más adecuadas y con mayor precisión.

¿Cuál es el propósito de estas ciudades inteligentes?: transformar la vida urbana mediante la mejora de la eficiencia en los servicios, la reducción del impacto ambiental y la promoción de la participación ciudadana, creando espacios urbanos que no solo sean más habitables, sino también más sostenibles y resilientes.

El camino no es sencillo: las ciudades tienen por delante desafíos como la conectividad insuficiente, la falta de infraestructura tecnológica y la escasez de marcos regulatorios.

Pese a ello, la mayoría de las ciudades de los países centrales apuestan cada vez más a la tecnología como la herramienta clave para alcanzar sus objetivos económicos, sociales y ambientales.

Según pronósticos de la consultora Juniper Research, el ahorro de costos por las iniciativas de las ciudades inteligentes llegará en 2028 a los 249.000 millones de dólares, lo que representará un aumento de 158% respecto de los 96.000 millones registrados en 2023.

Vale aclarar que estos ahorros están asociados a la reducción del uso de energía y las emisiones resultantes de la implementación de la red inteligente de sistemas, así como de una gestión inteligente del tráfico y alumbrado público.

El latido de las ciudades

El desarrollo de estas ciudades inteligentes abarca múltiples áreas clave que son esenciales para el bienestar urbano.

En la gestión de residuos, por ejemplo, el uso de sensores IoT permite que los contenedores inteligentes informen cuando están llenos, junto con sistemas que identifican y separan la basura de manera automática. Como resultado, se optimizan las rutas de recolección y se reducen los costos operativos.

En el ámbito energético, las redes eléctricas inteligentes (smart grids) han revolucionado la distribución de energía, permitiendo la integración de fuentes renovables y gestionando la demanda de manera dinámica.

El transporte es otra área crucial, donde los sistemas de transporte público conectados utilizan IA para ajustar rutas y horarios en tiempo real, lo que reduce tanto el tiempo de espera como las emisiones.

Asimismo, las ciudades están apostando por sistemas de transporte público eléctrico, expandiendo las redes de carriles bici y preparándose para la llegada de los vehículos autónomos

La seguridad en las smart cities también ha avanzado gracias al uso de cámaras de vigilancia equipadas con reconocimiento facial y sistemas de monitoreo que no solo previenen delitos, sino que también mejoran la respuesta ante emergencias.

En el sector salud, las tecnologías digitales han permitido la creación de centros de salud conectados, donde los datos de los pacientes se utilizan para ofrecer diagnósticos más rápidos y precisos.

Otros sectores, como el comercio y la educación, también se han beneficiado enormemente de esta revolución digital, con zonas comerciales más accesibles y escuelas que emplean herramientas digitales para mejorar la enseñanza y el aprendizaje.

La evolución viene de Oriente

Las ciudades de los países desarrollados son las que han tomado la delantera en la carrera por convertirse en smarts cities.

Shanghái, la ciudad más populosa de China, lidera en el último ranking mundial elaborado por Juniper Research, que para elaborar su informe evalúa el impacto que las tecnologías digitales como la IA o la IoT tienen en los servicios públicos y la infraestructura de las principales urbes del planeta.

¿Qué es lo que ha llevado a Shanghái a posicionarse como la ciudad más inteligente? Uno de sus puntos fuertes es que posee una plataforma en la nube que brinda acceso a más de 1.000 servicios digitalizados para su población.

Cuenta con 39 organismos públicos conectados a esa plataforma y más de 14 millones de usuarios, que gestionan allí una amplia variedad de trámites como nacimientos, matrimonios, educación, turismo, seguridad social, transporte, tratamiento médico y servicios legales, entre muchos otros.

Shanghái también se ha convertido en una ciudad gigabit dual, alcanzando una cobertura de fibra óptica del 99% y una cobertura de 5G total en las zonas céntricas.

La ciudad china ha implementado diversas iniciativas innovadoras, como plataformas de movilidad inteligente que integran transporte público, bicicletas compartidas y vehículos autónomos, lo que ha reducido la congestión y mejorado la accesibilidad.

Además, la ciudad cuenta con una red de sensores urbanos que monitorean la calidad del aire, el tráfico y el consumo de energía en tiempo real, permitiendo ajustes inmediatos para mejorar la eficiencia.

En el ámbito de la salud, los hospitales de Shanghái han adoptado tecnologías avanzadas para ofrecer servicios más accesibles y personalizados, lo que ha elevado significativamente la calidad de la atención médica en la ciudad.

Un futuro inteligente que plantea desafíos

A pesar de los avances, las smart cities enfrentan desafíos importantes que deben ser abordados para asegurar su éxito a largo plazo.

La infraestructura de datos y la conectividad son esenciales para manejar el enorme volumen de información que generan las ciudades. Sin embargo, existe una gran brecha digital que impide que todas las personas puedan tener las mismas posibilidades de acceso a la conectividad.

Según datos de la Unión internacional de Telecomunicaciones, el 33% de la población mundial, unas 2.600 millones de personas, no tiene acceso a internet, a causa de las desigualdades económicas y la falta de infraestructura.

El marco regulatorio también representa un reto importante para las smart cities. Si bien la recopilación masiva de datos es esencial para la toma de decisiones y la optimización de los servicios urbanos, plantea al mismo tiempo una preocupación crítica: la privacidad de los ciudadanos. Por esta razón, es fundamental que las ciudades implementen regulaciones claras y transparentes que protejan la seguridad de los datos, sin obstaculizar la innovación.

Otro desafío fundamental es mantener un equilibrio entre el crecimiento tecnológico y la sostenibilidad, asegurando que el desarrollo urbano no comprometa el medio ambiente. El reto es integrar soluciones tecnológicas que no solo mejoren la eficiencia y la calidad de vida, sino que también sean ecológicas.

Esto implica desarrollar infraestructuras verdes, optimizar el uso de recursos naturales, reducir las emisiones de carbono y fomentar la economía circular. Las ciudades deben avanzar hacia un futuro inteligente donde el cuidado del planeta sea tan prioritario como la innovación tecnológica.

El ciudadano como protagonista

Esta revolución urbana no se trata solo de tecnología y eficiencia. En el corazón de las ciudades inteligentes late una nueva forma de gobernanza participativa, donde la voz del ciudadano cobra un protagonismo sin precedentes.

Plataformas digitales y aplicaciones móviles están derribando las barreras entre la administración y los habitantes, permitiendo una participación más directa en la toma de decisiones que afectan a la comunidad.

El desafío ahora radica en asegurar que esta transformación sea inclusiva y beneficie a todos los habitantes, sin dejar a nadie atrás en este viaje hacia el futuro de nuestras ciudades.

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